Historias extrañas detrás de los microchips

Los microchips, esos diminutos componentes que impulsan nuestra tecnología moderna, esconden historias fascinantes y poco conocidas detrás de su desarrollo y producción. Uno de los relatos más curiosos se remonta a los años 60, cuando Jack Kilby y Robert Noyce trabajaban en paralelo en diferentes empresas para crear el primer circuito integrado. Kilby, en Texas Instruments, usó germanio, mientras que Noyce, en Fairchild Semiconductor, optó por el silicio, material que eventualmente se convertiría en el estándar de la industria.

Otra historia intrigante es la de Faggin, Hoff y Mazor, quienes en Intel desarrollaron el primer microprocesador, el Intel 4004, en 1971. Este proyecto nació de una necesidad urgente de la empresa japonesa Busicom, que requería un chip para sus calculadoras. La solución de Intel, que consistía en crear un chip programable, revolucionó la industria y sentó las bases para la informática moderna.

En la producción de microchips, la búsqueda de materiales puros ha llevado a situaciones insólitas. Por ejemplo, el silicio debe ser purificado al 99.9999999%, un proceso que requiere condiciones extremadamente controladas. En una ocasión, un lote entero de chips fue arruinado porque un técnico olvidó quitarse un anillo, contaminando el ambiente de producción.

Estas historias nos recuerdan que detrás de cada avance tecnológico hay un entramado de esfuerzos humanos, errores y descubrimientos fortuitos que han dado forma al mundo digital en el que vivimos hoy.